Una de mis consignas personales es la de ser un pesimista productivo; es decir, ese que piensa en todo lo que puede fallar. Es un acompañamiento perfecto a un proyecto, porque permite prever y mitigar a tiempo.
El único punto en contra a esto es que quien es pesimista, ve sus predicciones hacerse realidad. A veces eso es agrio e intenso, como ahora comprobé.
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